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Por si pierdo las maletas

Mis minis vacaciones

Acabo de llegar a Madrid, y todos los rincones están ausentes, cada lugar que recorrí, me ha dejado en el inconsciente, felices recuerdos de lo que viví.
Lo que he visitado en éstos 4 días, en Salamanca, Ávila y Segovia, han sido lugares paisajísticos, repletos de gentes de la zona. Con sus tradiciones, costumbres… y cada uno con su vida… diferente a la mía, que está perdida por las calles del centro de Madrid.
La Almudena, El palacio de Oriente, El Retiro, El templo de Devod, Gran Vía, Tribunal y Chueca… cobran diferente sentido con ese olor que tanto ansío, con ese olor que es tan tuyo y que tanto quiero. Con ese brillo de ojos que me alumbran como hicieron.

Estado en muchos sitios, en Salamanca, dónde la catedral, y la universidad, en todo su esplendor, grandiosas y majestuosas, me llevaron a tiempos de Fray Luis de León, el aula donde impartía clases, me llevaba a otro mundo donde la facultad era muy diferente… bancos de madera, frías aulas alumbradas con velas o en algún momento con rudimentarios candiles…
La librería de la universidad, me fascinó con sus tantos libros recogidos, mini libros, grandes libros, y los libros redondos, que no son libros normales, pues son globos terráqueos que Torres Villarroel llevó de su viaje a Europa pero que denominó así, para que los contables de la misma los aceptasen en sus paredes…

Las calles de Salamanca, son preciosas, la calle de los Libreros, la calle de Gibraltar… la plaza de San Benito, donde los Maldonado tenían su casa, la casa de Miguel Unamuno, un palacio de los Alba (que sólo se termino de construir una parte, pero que ya de por si es enorme), la casa de las Conchas…. Y numerosas iglesias, (de las que he acabado un poco harta de visitar) y un largo etcétera de monumentos y palacios, que he podido ver.

En la Peña de Francia, muy cerquita de Salamanca es genial, de ella parten numerosos caminos forestales, rutas de peregrinos, que parten de allí para visitar los pueblos de la zona, entre árboles y plantas y algún que otro animalillo, recorren unas tierras llenas de encanto y magia. Visité algunos, como Miranda del Castañar o La Alberca, que con sus calles estrechas y sus casas serranas, (construidas principalmente de madera y piedra, que para el acceso a ellas desde la calle hay que subir inclinadas escaleras) tienen un encanto que solo los pueblos de esas tierras y sierras poseen.
Pues de allí fui hacia Ávila, cuyos pueblos son muy diferentes, otros aires han moldeado sus paisajes y construcciones, pero que no por ello pierden el adjetivo de bonito.
Ávila es diferente, muchas iglesias y conventos también (y palacios) alrededor o en el interior de la muralla, es más árida, y lo que más me gustó fue la propia muralla.
Después marchamos para Segovia, que vimos prácticamente de noche, vimos el acueducto, y a dormir… que nos costó lo suyo hasta las 23 de la noche no encontramos alojamiento, y encima en ese pueblo (de cuyo nombre no quiero acordarme) no nos querían dar de cenar!, en fin que tomamos un vaso de leche, y un donut y pal sobre.

De Segovia fui a Sepúlveda, que me volvió a sorprender. Es un pueblo que yo conocí el año pasado de campamento con los scout, y me gustó tanto que quería que fuese y lo viese mi madre, estuvimos casi toda la mañana, viendo el pueblecito, que me sigue gustando mucho, indicándole a mi madre, dónde cenamos, donde cenaron los pioneros (en un soportal de arcos, no sé si os acordaréis chicos) dónde tomamos unas cervezas en la plaza, y dónde no sé quien robó algo en una tienda del pueblo… ¿quién fué?) tb le he dicho dónde le cmpre el regalito… que le lleve de recuerdo…

Y de allí… ¿sabéis donde he estado? ¡en Fuentidueña! me ha hecho mucha ilusión ir a verlo otra vez, le estado enseñando a mi madre un poco la zona donde estuvimos de campa, y el hecho de volver allí en unas situación tan diferente me ha encantado. Me he acordado de muchas cosas, de cuando nos robaron, de la parcela más sucia, del cartel de: “ pasamos de limpiar…” a estado bien el hecho de recordar, y de pensar y sentir durante cuatro días por la zona de Castilla. He tenido tiempo para escribir, para soñar, para recordar, pero se que no tengo ni tendré tiempo para olvidar.

Cómo pasa el tiempo, la cantidad de cosas que pueden pasar en un año, cómo corre la vida, cómo algo que crees que no va acabar va y se termina de la noche a la mañana, cómo cuando no se puede gritar y la niebla vuelve a los ojos.

2 comentarios

Ali -

el comentario de antes era yo! q se me olvido ponerlo :s

Anónimo -

Hola wapa!!!

me encanta el viajecito que te has pegado, q lo hayas pasado tan bien por esas tierras y sobre todo tu forma de volcar todos esos sentimientos sobre las teclas del ordenador.

en breve tenemos un cafe! se siempre feliz!

un beso preciosa